¿Quieres preparar pozole rojo? El pozole ha sido considerado una de las preparaciones más nutritivas de la gastronomía mexicana.
Resulta
ser un platillo tradicional, muy fácil de preparar y que puedes encontrar
inequívocamente en los días de celebración nacional.
Aunque
hay quienes la prefieren como un complemento en las cenas de fin de año, o
simplemente para ofrecer una deliciosa sopa cualquier día de la semana.
Además
de la receta original, han sido diversas las variaciones y opciones que se
pueden emplear hoy en día para su preparación.
Algunas
dependen del lugar o la región donde se consume, y otras simplemente se eligen
de acuerdo a la accesibilidad de los ingredientes.
Por
eso la propuesta de hoy es una variante del pozole tradicional, pozole rojo, una
receta aún más sencilla que la tradicional, pero igualmente nutritiva y
deliciosa.
Recuerda
que lo puedes acompañar como prefieras, desde unas simples tostadas de pan,
hasta una vistosa y colorida ensalada de col y lechugas.
¿Cómo hacer pozole rojo?
Un truquito que debes
saber para lograr un pozole sin igual en cuanto a sabor y exquisitez, resulta
ser que este platillo sabrá mucho mejor y con un sabor más fuerte y potente,
mientras más tiempo lo dejes reposar.
Por eso se puede
convertir en una opción ideal, si necesitas adelantar la cena del día
siguiente.
Indistintamente,
puedes preparar con antelación únicamente la salsa y congelar. De seguro al
otro día tendrás una preparación aún más rápida y con mayor facilidad.
Para la preparación de este pozole rojo lo primero es hacer el caldo. Para ello, vierte el agua en una olla grande y adiciona la cebolla cortadita, el ajo pelado y carne y las costillas de cerdo. No olvides sazonar con sal.
Cuando comience a hervir, baja la intensidad del fuego y deja transcurrir entre 1 h – 1 ½ h hasta que la carne este suave y se desprenda con facilidad del hueso.
Para este paso del pozole puedes emplear opcionalmente una olla exprés y con certeza tendrás el caldo listo en menor tiempo.
Si te decides por la primera opción, recuerda entonces ir retirando con ayuda de un cucharón, la espuma y la grasa que continuamente se acumula en la superficie del caldo.
Mientras esperas que transcurra el tiempo indicado, puedes ir remojando los chiles anchos y guajillo en un recipiente con agua suficiente hasta que queden cubiertos.
Una vez lista la carne, retírala del caldo y haz lo mismo con los ajos y la cebolla. Procede a deshilarla y separarla de todos los huesos. Reserva.
Para la elaboración de la salsa, escurre los chiles ya blandos y colócalos en la licuadora. Adiciona también el ajo, la cebolla, el orégano y un poco de agua en la que se remojaron los chiles. Licúa hasta que la salsa tenga una consistencia suave y uniforme.
A continuación vierte el aceite en un sartén y coloca al fuego. Agrega la salsa licuada y sazona con sal.
Remueve constantemente para que no se pegue y deja cocer por aproximadamente 20 minutos hasta que tome una consistencia más espesa.
Una vez lista, adiciona a través de un colador fino la salsa al caldo y coloca una vez más al fuego.
Cuando comience a hervir, agrega la carne deshebrada y el maíz. Deja hervir por aproximadamente 10 minutos.
Rectifica el punto de sal y si deseas puedes sazonar con pimienta. Retira del fuego y sirve en un plato hondo con la guarnición que prefieras.